París sigue sorprendiéndome. Da igual cuántos años lleve ya aquí, siempre hay algo que me atrae, llama la atención o impresiona. En mi barrio, he pasado miles de veces por un edificio aparentemente poco llamativo. La verdad es, que nunca le he prestado atención, mejor dicho, no me llamaba la atención. Pero desde hace unas semanas, esto ha cambiado. Hay colas interminables delante de él. Y me he dado cuenta, que se ha reformado la fachada. El Atelier des Lumières se ha mudado al antiguo taller de fundición del siglo 19. El primer museo de la ciudad dedicado al Arte Digital. ¿Arte Digital? Lo primero que se me ocurre son pantallas grises de ordenadores antiguos y sonidos electrónicos. Paso. No me apetece ese tipo de Arte. Pero de repente, un día, volviendo de la compra, apenas había cola y sinceramente, sentí curiosidad sobre qué es lo que escondían esas paredes. Y pensé por un momento, que tanta gente no podría estar equivocada ¿o sí? Decidí entrar y curiosear.