RESTAURANTES PRIVADOS

"Bon appétit!"

La cocina francesa fue nombrada por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Para degustar su esencia, recomiendo reservar una “Table d’hôte”, en uno de los múltiples restaurantes privados de París. 


¿El silencio de los corderos? No en Francia. Benoît apenas pudo retenerse: elogiaba a los agricultores, se emocionaba con las praderas de Périgord en el suroeste de Francia y le apasionaba la ternura y jugosidad de la carne. No había hierbajo ni vino que se le resistiera, a cada uno de ellos lo presentaba con entusiasmo y pasión. Ahí fui por primera vez consciente de la pasión que sienten los franceses por su gastronomía. Casi se podría describir como una relación erótica. Yo era nueva en París y deseaba ampliar mi círculo de amigos. Pensaba, que una comida privada era la mejor opción para conocer a gente nueva. Sinceramente, yo estaba bastante decepcionada de la tan premiada cocina francesa. La mayoría de mis amistades vivían una vida estresada, rodeados de niños, actividades y vida laboral. Y eso también se reflejaba en su alimentación. Su menú consistía básicamente en comida preparada y congelada. No debían ser los únicos, ya que los supermercados estaban repletos de ese tipo de comida “prefabricada”. También debo admitir, que el espacio en las viviendas y en especial en las cocinas parisinas, no da opción a preparar menús muy elaborados y mucho menos a almacenar grandes cantidades de comida.

Finalmente lo descubrí: en la página web www.cookening.com aún se pueden encontrar apasionados de los mercados y verdaderos profesionales culinarios. En realidad, son cocineros ocasionales, que han hecho de la cocina su afición. Ofrecen menús en sus mesas privadas. Y así fue, como me vi en una noche fría de enero en un piso impresionante, sobre la Place Vendôme de Benoît, cenando con otros 5 comensales más. Él es antropólogo, fotógrafo e investigador del Amazonas. Pero cuando está en París, es un apasionado cocinero. Parece ser, que no necesita el dinero ya que ofrece las “comidas privadas” para no cocinar para él solo. Y, además, le encanta conocer a gente nueva. 

Michel-Antoine Daumas fue durante 20 años Jefe de una Agencia Publicitaria. Convirtió su pasión en su principal labor y creó “Fingle” (www.fingle.fr). Su “casa de la cocina” privada se encuentra en un lugar recóndito, en un patio trasero cerca de Montmartre. Allí ofrece cursos de cocina y degustaciones de vinos. También invita a gente a “vaciar” su nevera y crear juntos un menú especial. Para los más perezosos, acepta reservas a partir de 6 comensales. Para ellos prepara en su salón un menú gastronómico difícil de encontrar en cualquier restaurante. Además, le encanta entretener a sus comensales con historias sobre su ciudad; sobre París.  


Una de las “mesas” más peculiares se encuentra en una de las antiguas cámaras frigoríficas de París, en el distrito XIII. En los años 80, los artistas transformaron “Les Frigos” en estudios de trabajo. El padre de la cocinera Emilie Suzanne Birot era uno de los creativos. Ella creció entre grafiti y arte urbano. Hoy en día, justo ahí y entre paredes de hormigón creativas y abstractas, tiene su propio negocio “The Office” (www.theofficelatable.com). Cocina para comensales que disfrutan estando en un ambiente “Underground”, degustando a la vez una cocina exquisita. Los grupos de 10 personas pueden disfrutar del espacio en exclusiva. También hay “noches abiertas”, es decir, abiertas para todos los públicos. En cuanto haya una reserva para 2 o más personas, ella prepara un menú degustación que no sólo impresiona por su sabor, sino que resalta a la vista por su impresionante presentación. Como curiosidad: se puede llevar su propio vino. En definitiva, una experiencia gastronómica única e irrepetible. Pues lo que os he comentado al principio, no existe mejor manera que la “mesa privada” de un parisino para conocer sus secretos culinarios.

Bon appétit!