Cartier ya cuenta con uno, Louis Vuitton se exhibe en las Galeries Lafayette, y Prada, en Milán. Y ahora, también, François Pinault. Hoy en día, las marcas de lujo ya no crean fundaciones de arte, prefieren construir sus propios museos. La receta es siempre la misma: una marca famosa, un gran arquitecto y arte contemporáneo. Tras una larga espera y tras posponer en varias ocasiones la apertura como consecuencia de la pandemia, finalmente ha abierto sus puertas el nuevo museo de arte contemporáneo en la "Bourse de Commerce”, la antigua Bolsa de Comercio. En el centro de la ciudad, junto al recién diseñado centro comercial Les Halles y a pocos pasos del segundo gran acontecimiento de este verano, la reapertura de los tradicionales grandes almacenes La Samaritaine, se encuentra el histórico edificio circular del siglo XVIII que el magnate de la moda de lujo François Pinault ha convertido en la esperada sede parisina de su colección de arte. El líder del Grupo Kering, que incluye marcas de moda como Balenciaga, Gucci y Saint Laurent, está considerado el mayor coleccionista privado del mundo y posee una colección de 10 000 obras de arte. Ahora, 200 de estas obras acogen la exposición inaugural en la que Pinault también debuta como comisario.
¿Qué nos maravilla más, la atrevida arquitectura, o el arte? Es difícil de decir.
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El arquitecto japonés Tadao Ando ha rehabilitado casi por completo este histórico y emblemático edificio circular con arcadas, fachadas de estuco, un fresco en el techo del siglo XIX y una cúpula de cristal: un cilindro de hormigón armado de nueve metros de altura y 30 metros de ancho basado en las muñecas matrioskas que es posible recorrer a través de unas escaleras laberínticas y curvas acristaladas, y que crea unas perspectivas impresionantes y unos exuberantes contrastes. Entre lo viejo y lo nuevo. Entre arriba y abajo. La luz del día en constante cambio que entra a través de la cúpula de cristal confiere al espacio una cualidad casi metafísica que recuerda a los mágicos paisajes arquitectónicos de Chirico.
Y es una pena que, con dos elementos tan potentes, casi pase desapercibido otro aspecto: el discreto mobiliario y el delicado interiorismo de los hermanos Bouroullec, que han aportado varios objetos tanto en el interior como en el exterior y han diseñado el que probablemente sea uno de los restaurantes panorámicos más bonitos de París, el “Halle aux Grains”, situado en la última planta.