PATISSERIEN Y CHOCOLATIERS

París; ciudad de la seducción y… ¡del chocolate!

En París existen las tentaciones en cualquier parte de la ciudad – en este caso están en forma de Patisserien y Chocolatiers. Mademoiselle Lili se sumerge en el mundo de las tentaciones y se pregunta ¿dónde irán a parar todas esas bombas calóricas?

Hace poco, y de casualidad, me topé por primera vez con la famosa pastelería Angelina (226, rue de Rivoli). Me informaron que mi cita se iba a retrasar y cuando salí de la parada de metro “Tuileries” y ondeaba un aire extremadamente gélido, vi por primera vez que en la cafetería y tetería más famosa de la ciudad no había cola para entrar. Me dije a mí misma “Ahora o nunca.” Hay gente que viene desde Los Ángeles o Tokio única y exclusivamente para tomarse el famosísimo chocolate y hacen cola de hasta 2 horas. Dicen que es el mejor chocolate caliente del mundo. Pues esa mañana de invierno, su mítico L’Africain, también consiguió conquistar mi corazón. Es un chocolate espeso, increíblemente cremoso y con un aroma único. Te seduce literalmente. Te invita a cerrar los ojos y te obliga simplemente a disfrutarlo. Es un momento, donde todo lo que te rodea se vuelve insignificante. Dicen, que incluso la “esquelética” Coco Chanel se ha dejado llevar por el placer que ofrece este chocolate.

© Melanie Kreutz - unsplash

Para mí, sigue siendo la gran incógnita de París ¿cómo se mantienen todos estos templos de la seducción, si París tiene las personas más delgadas del mundo y los famosísimos diseñadores sólo crean modelos que no van más allá de la talla 0? ¡No hay miradas ni fuerza de voluntad que puedan negarse o resistirse a estas bombas calóricas! ¿Tienen los parisinos otro metabolismo? Porque si no ¿quién narices compra esos Petit-Fours y Macarons, Eclairs y Truffes o las tremendas tartaletas y los divinos rollitos de nata en LaduréePierre HerméFauchon o Lenôtre? En nadie se ven esos kilitos de más.

© Lenôtre

¡Desayunar chocolate! Algo muy normal para Patrick Roger (108, Boulevard Saint-Germain), uno de los chocolateros más famosos. Sus Boutiques son comparables con las grandes joyerías. Sus Truffes son obras de arte. Incluso hace esculturas de chocolate en tamaños reales, que luego son expuestas en el Musée Rodin o en Christie’s. Le denominan el “Maître Chocolatier”. Dicen de él, que reparte los “michelines de oro” por las mañanas como si fuera la Primera Comunión. Él mismo dice, que primero hay que probar y luego hablar. Por lo tanto, cierren los ojos, abran la boca y disfruten de un suave Praliné-Carrées con crujiente relleno de avellanas o menta con toques frutales, picantes y cítricos de hierba de limón. Las papilas degustativas se volverán locas, vivirán un momento de éxtasis. Patrick Roger es el gran seductor y no conoce ni el remordimiento, ni el cargo de conciencia. “No hay que arrepentirse nunca de algo que da placer. Yo como 500-600gr de chocolate al día.” Y les garantizo, que no tiene pinta de tener que luchar a diario con un corsé o una faja, como en la mítica escena de Bridget Jones. ¿Cómo lo hace? Creo, que ese será para siempre su secreto profesional.

En la panadería Du Pain et des Idées (34, rue Yves Toudic) de Christophe Vasseur se pueden degustar los clásicos desayunos presentados en formato gourmet. Los fieles clientes madrugan y hacen cola para no quedarse sin los típicos escargots (caracolas rellenas de crema, pistachos o chocolate). Yann Couvreur (137, Avenue Parmentier) fue uno de los jefes pasteleros en el hotel de lujo Eden Roc auf St. Barth. Desde el año pasado, deleita a los bohemios parisinos con café y roulés de hojaldre. Todos estos lugares son justo esos que intento evitar durante el resto del año. Prefiero rodear las calles, que dejarme seducir. Si paso a su lado, es imposible resistirme a ellos y mi metabolismo aún no es parisino. Menos en invierno; en esta época del año me concedo de vez en cuando algo de esta Dolce Vita.