No hace falta ser un niño para disfrutar como una reina de las nieves con la figura llamada "fève" y ponerse de buen humor. Todavía recuerdo mi primera invitación a comer "Galette des Rois" recién llegada a París, que acabó convirtiéndose en una bacanal de champán. Con la corona en la cabeza, tenía que vaciar mi copa cada vez que gritaban "La reine boit", la reina bebe. También el rey de la noche, que encontró su "fève" en el segundo pastel. Para abreviar la historia: a la mañana siguiente me desperté con dolor de cabeza en los aposentos del rey extranjero. Por cierto, no se convirtió en una historia de amor, pero si no han muerto, todavía hoy se seguirán riéndo de ello.
Una pequeña pérdida de control sin consecuencias históricas. En la historia de Francia, se dice que batallas enteras se perdieron por esta tradición, ya que las guarniciones se bebieron la batalla al grito de "Le roi boit". La tradición cristiana de la Epifanía tiene sus orígenes paganos en las Saturnales, una festividad romana que se celebraba entre finales de diciembre y principios de enero en la que se relajaban las normas morales y sociales. Los romanos designaban "Rey por un día" al esclavo que encontraba una haba en su pastel y se invertían los roles sociales por un día.