La distribución de los asientos en las pasarelas de moda de la Fashion Week es un indicador claro de la nueva ley “del más fuerte”. A quien se le conceda el honor de poder estar sentado en la primera fila, es importante. Antes, esa fila estaba destinada a los compradores más potenciales, a los jefes de redacción de las grandes revistas de moda o para famosos. Ahora, quienes se sientan ahí son chicas jovencísimas, llamadas Blogger/Vlogger/Instagrammer/etc. para mí, unas totalmente desconocidas. La verdad es, que a las que estamos sentadas a su lado y sobre todo detrás, nos hacen sentir bastante mayores. No sólo por su impecable tez, sino porque además van vestidas de pies a cabeza con los modelitos más actuales. Algunos, ni tan siquiera han sido presentado aún, pero ellas ya los tienen.
Como yo soy de la generación que me he criado sin Smartphone, no ando por las calles con el móvil por delante, como si de un perro guía se tratase. Pero eso también significa, que no tengo ni pajolera idea, de quién son estas “nuevas estrellas”. Es decir, que las desconocía por completo. Pero ahora ya no. Ahora ya están por todas las partes.
En la última Fashion Week de París me “catapultaron” prácticamente entre las Influencer. Me tocó viajar 30 minutos en un Shuttle de París a un club de tenis, donde tenía lugar una prestigiosa pasarela. Y ahí estábamos todas juntas, sin poder movernos. No podía evitar oír lo que hablaban. Me enteré, que Dior no regalaba sus prendas, sólo las prestaba. Los móviles “rulaban” de una mano a la otra para mostrar los selfies con comentarios tipo: “regalado”, “con este Look obtuve x likes”, “me encanta esta prenda”, “este es el más top de Instagram”, … Mostraban fotos en hoteles de lujo o en los apartamentos AirbnB de más actualidad. Pero lo mejor es que reconocían no pagar nada por todo ello a cambio de publicarlo en sus blogs: “he llegado a un acuerdo con ellos”. Desde hace días están en su mundo, corriendo de un evento a otro, sin tiempo ni para comer. Reconozco, que mi primer impulso fue pura envidia. El segundo, creer haberme hecho mayor y el tercero (ya en casa) ¿por qué no habré tomado nota?
Pero mi interés por estas “chicas” despertó completamente, cuando una periodista me comentó que unos joyeros parisinos muy conocidos alojaron a una bloggera en uno de los hoteles más lujosos de París y le regalaron 3 piezas a su propia elección de la nueva colección, únicamente a cambio de publicar 3 posts en Instagram, daba igual su largo, si era sólo un Hashtag o una foto, cobrando además 7.000 €. ¿Qué ha pasado para que esto ocurra?
Pues me pongo manos a la obra para entender este “nuevo mundo” de Ballerinas, Business Class, lujo, maquillaje, Photoshop, … Me enteraba de curiosidades, como que les gustaba el café con leche de la marca x, que mimaban a sus gatos antes de hacer yoga, que sus shorts eran de algodón biológico, que el Coachella-Festival en Palm Springs era “total amazing”, bla bla bla… Me invadían las banalidades y las imágenes de cada uno de los momentos de sus vidas. Mientras “investigaba” me venía un pensamiento: a cualquier periodista le echarían de la redacción por esto. ¿Realmente despierta interés? Parece que sí, los comentarios de los seguidores tampoco tenían desperdicio: “siempre estás guapísima ¿de donde tienes el dinero para comprarte todo lo que tienes y para viajar por todo el mundo?”. Chicas muy jóvenes admiran a sus bloggeras, Influencer, etc. y ellas a su vez agradecen a sus seguidoras con un comentario, con un like o un “gracias”. Pero sigo teniendo una gran duda ¿dónde ven las grandes marcas el negocio para invertir antes en Influencer que en publicidad? ¿De verdad que todos sus seguidores disponen del nivel adquisitivo adecuado para comprar sus prendas? Yo no lo creo, por eso estaré sentada en la fila 2.