Por eso podemos decir, que París es la capital de las infidelidades y de los affaires. Sobre todo, en las clases sociales medias/altas, digamos que “la querida” se ha convertido en toda una institución. No sólo el expresidente François Mitterrand mantuvo relaciones con otra mujer durante su matrimonio, también de Dominique Strauß-Kahn eran conocidos sus deslices. No se separa, se sonríe y se guarda la compostura. Pero si incluso en el metro hay paneles publicitarios que anuncian bolsas de contacto extramatrimoniales…
Luego también hay el otro tipo de hombre, que tras la primera copa de vino se sincera y te preguntan sin pudor, si te apetece acompañarle a una fiesta de intercambio de pareja. O aquellos, que te preguntan durante cóctel si vais a ir a su casa o a la tuya. Claro, a ti te pilla de nuevas y mientras digieres la pregunta y dudas un instante, él ya se ha buscado otra presa, donde su éxito será seguro. También están aquellos, que mandan mails a todos sus contactos femeninos para quedar. Pero algunos no se manejan muy bien en ese medio y no las pone en “copia oculta”.
Bueno, pues finalmente yo he tardado 5 años en encontrar ese famoso amor del que tanto se habla de París. Sí, un francés. Y pasaron otros 3 años hasta que maduró.