PARIS

La ciudad del amor

No existe otra ciudad más romántica que París. Dicen, que aquí el amor está en cualquier parte. Mademoiselle Lili cree que puede aportar su parte de historia a esta leyenda.

El pasado domingo me pasó algo curioso. Siempre que sale el sol, suelo pasear a la orilla del Sena. Y siempre me ha parecido curioso ver los puentes repletos de “candados del amor”. Todas las parejas del mundo que viajan a París, consideran los puentes como una visita obligatoria. Y de repente me encuentro con carteles prohibiendo esta acción tan simbólica: “Nuestros puentes ya no soportan vuestro amor”. La ciudad de París ha denominado su iniciativa “Amor sin atadura”, intentando de esta manera salvar sus puentes ante el peligro de derrumbamiento. Incluso en Twitter han colgado el Hashtag #lovewithoutlocks para “liberar” al amor.


Pues sí, todo el mundo cree que París es algo así como la Meca del amor. Pero lamentablemente me he dado cuenta que sólo se trata de un tópico, como otros tantos. Yo también soñaba en encontrar a mi amor tal y como me enseñaron las canciones francesas, las poesías de amor o incluso la literatura y el cine francés. Me imaginaba subir las escaleras de Montmartre y descubrir “La ville d’amour”; con tan sólo un cruce de miradas que hiciera latir mi corazón a mil, seguido de un café para dos y manifestando la libertad del romanticismo por la famosa ciudad del amor…  


Si no fuese por ese hombre, el hombre francés, misteriosos y enigmático. Una amiga mía alemana, con años de experiencia parisina, me dijo cuando llegué: “Le llevas rápido a la ebullición, pero nunca se hacen del todo”. Y qué razón tenía. En Berlín era impensable que un hombre te alegrara el día diciéndote piropos o te sedujera con la mirada al pasar. En París, incluso pueden llegar a parar el coche para pedirte tu número de teléfono y desencadenar una avalancha de sms durante semanas hasta conseguir un “sí” a una cita.


Antes del gran momento, ÉL pregunta como mínimo 3 veces si de verdad vas a acudir a la cita, con la coletilla, que tiene muchas ganas de verte. Pero finalmente eres tú la que se queda con cara de tonta en el restaurante, sentada a solas en una mesa para 2. En tu furia decides llamarle y él contesta con voz tenue, que está en el hospital con su madre. Ya, pero al fondo oyes a niños gritar y jugar… No es una broma, esto sucede con frecuencia.

Por eso podemos decir, que París es la capital de las infidelidades y de los affaires. Sobre todo, en las clases sociales medias/altas, digamos que “la querida” se ha convertido en toda una institución. No sólo el expresidente François Mitterrand mantuvo relaciones con otra mujer durante su matrimonio, también de Dominique Strauß-Kahn eran conocidos sus deslices. No se separa, se sonríe y se guarda la compostura. Pero si incluso en el metro hay paneles publicitarios que anuncian bolsas de contacto extramatrimoniales…

Luego también hay el otro tipo de hombre, que tras la primera copa de vino se sincera y te preguntan sin pudor, si te apetece acompañarle a una fiesta de intercambio de pareja. O aquellos, que te preguntan durante cóctel si vais a ir a su casa o a la tuya. Claro, a ti te pilla de nuevas y mientras digieres la pregunta y dudas un instante, él ya se ha buscado otra presa, donde su éxito será seguro. También están aquellos, que mandan mails a todos sus contactos femeninos para quedar. Pero algunos no se manejan muy bien en ese medio y no las pone en “copia oculta”.    

Bueno, pues finalmente yo he tardado 5 años en encontrar ese famoso amor del que tanto se habla de París. Sí, un francés. Y pasaron otros 3 años hasta que maduró.