Entre la Bastille y la Nation hay un lugar, donde se puede vivir la inusual sensación de moverse únicamente entre parisinos. El distrito 12 no es precisamente conocido por sus monumentos y atracciones turísticas, pero tiene un encanto especial. En el sur de Francia comienzan a asomarse los primeros brotes de espárragos y por eso, yo y mi súper carrito de la compra, nos ponemos en camino hacia los carismáticos mercadillos de París. Curiosamente, la fruta primaveral brilla por su ausencia en Francia. Mientras que, en Alemania, por ejemplo, en esta época todo gira alrededor del espárrago, aquí, en París, son tan difícil de encontrar como las trufas. Pero como soy un tanto caprichosa y no quiero renunciar a mis tradiciones culinarias, debo ir a los mercadillos para satisfacer mis deseos.
Le Marché d’Aligre (Place d’Aligre) es para mí el mercadillo más bonito de todo París. Es como un pueblo. Las lonjas y los mercados de abastos están abiertos durante toda la semana, bueno de martes a domingo, pero sólo en los fines de semana se reencuentran aquí los vecinos. Las familias “Bobo” (abreviatura parisina de Bohème bourgeoise) compran aquí sus verduras y frutas “políticamente correctas” para sus hijos. Pero lo bonito es, que aquí se juntan todo tipo de personas de diferentes nacionalidades y edades con un solo fin. Pueden encontrar verduras Bio y todo tipo de delicatessen. También hay rastrillos de segunda mano. Me encanta observar como disfruta la gente paseando por los pasillos, parándose para hablar con algún conocido o vecino, o simplemente haciendo la compra para toda la semana. Ahora que he llenado mi “Caddy” me dirijo, como el resto de gente, a Baron Rouge (1, Rue Théophile Roussel). Todos los sábados y domingos, Bernard, el dueño del bar, compra personalmente ostras en un criadero bretón de confianza, para ofrecerlas a sus clientes. Se ha convertido en un lugar muy concurrido y ya muy conocido. También tiene una bodega, donde se pueden comprar botellas de champán para acompañar la tapita de la ostra (por cierto, la botella vale tan sólo 40 euros) y entablar una conversación con quien te toque compartir mesa.