Un sabio consejo: no quiera abarcarlo todo a la vez. No es posible conocer París en un día, por lo tanto limítese a centrarse en la época que más le interese. El Musée Carnavalet, que ha reabierto sus puertas este verano tras cinco años de renovación, durante mucho tiempo no fue más que el polvoriento aparador de curiosidades de la ciudad, una especie de desván museístico, atestado de una forma un tanto desordenada de obras de arte, muebles, carteles históricos y maquetas, así como también de un montón de baratijas. Ahora, el museo más antiguo de la ciudad ha rejuvenecido: todas las obras se presentan de una forma renovada y didáctica, en orden cronológico. Y muchos de los objetos expuestos se colocan a una altura muy baja para que los más pequeños también puedan divertirse. El inmenso recinto, que incluye dos palacios municipales de los siglos XVI y XVII, así como ampliaciones más recientes, se encuentra situado en el centro del popular Marais y, si por la alcaldesa Anne Hidalgo fuese, debería ser a partir de ahora una visita obligada para todos los turistas que visiten París.
Casi pasé por alto los curiosos pendientes de la sala dedicada al período posterior a la Revolución Francesa: pequeñas joyas de latón que reproducen una guillotina, con cabezas colgantes. Al coger fascinada mi teléfono móvil para hacer una foto, el comisario me conduce a un rincón aparte y me ilustra sobre una moda parisina que hasta entonces me era completamente desconocida: a partir de 1795, los nobles que supervivieron celebraron su macabro “baile del sacrificio”, que pronto se convirtió en toda una institución. Los hombres vestían de luto, las mujeres acudían con togas antiguas, descalzas y con el pelo corto o recogido, como los condenados antes de la ejecución. Alrededor del cuello llevaban una cinta enjoyada de color rojo idéntico a la sangre y para iniciar el baile movían la cabeza violentamente para simular el momento de la decapitación. Mon Dieu, ¡qué manera de afrontar un trauma!
Más tarde, mientras saboreo unas exquisitas delicias vegetarianas servidas en cuencos metálicos de picnic en el moderno restaurante pop-up “Les Jardins d'Olympe” situado en el patio del museo, me pregunto qué fiesta inventará París en el futuro para despedir una época difícil. Creo que un baile de máscaras tendría muchas posibilidades de convertirse en todo un éxito.
Musée Carnavalet, www.carnavalet.paris.fr