© Paris Tourist Information Sarah Sergent
Para la mayoría, París es una sola ciudad, pero en realidad son dos ciudades completamente diferentes. La Rive Gauche está en la parte izquierda del río Sena y es como si estuviéramos en otra ciudad, comparándolo con la parte derecha, la denominada Rive Droite. Compruébelo – deje sonar su canción preferida a un volumen algo más alto de lo normal en uno de los pisos alrededor del Boulevard Saint-Germain y a partir de las 19.30 h de la tarde. No pasarán ni 10 minutos y ya tendrá a uno de sus vecinos indignadísimo en su puerta, mirándole como si le hubiese poseído un demonio. Pues en este caso, usted se encuentra en Rive Gauche.
Al igual que había un muro que dividía la ciudad de Berlín, también existe una línea invisible que separa la ciudad de París. Evidentemente no es comparable, es una frontera bastante más tranquila, bonita y natural. Estamos hablando del río que atraviesa la ciudad; que, aunque separa las dos partes, éstas siempre están unidas por unos puentes preciosos y unos túneles de metro infinitos. Aun así, se siente la diferencia. Hasta hoy. Lo que explica que todavía exista la inscripción Rive Gauche en el logotipo del centro comercial de lujo Bon Marché. Los parisinos se denominan a sí mismos como residentes de Rive Gauche o Rive Droite y con ello no sólo quieren ubicarse en un lado u otro, sino desmarcarse o posicionarse a ese tipo de sociedad o estilo de vida. Lo mismo sucedió en la caída del muro de Berlín; el nivel social dependía de la residencia de cada persona. Se diferenciaba por residentes de la parte oeste o este. Los parisinos se burlan y desafían de forma irónica (o no tan irónica) sobre que parte es la más cool, elegante o simplemente la mejor de las dos.
Rive Gauche, era considerada durante años la zona más intelectual y liberal de París, y no
sólo porque está ahí la famosa universidad Sorbonne, sino también, porque en los años 20 los ilustres e intelectuales escritores y artistas americanos, como Ernest Hemingway, Henry Miller o Gertrude Stein daban rienda suelta en los callejones del Quartier Latin a sus deseos placenteros e indecentes, alardeando de su estilo de vida liberal de la Left Bank. Más tarde filosofaban, fumaban y bebían Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir en el Café de Flore o en Les deux Magots en Place Saint-Germain-des-Près, hasta que los estudiantes de izquierdas se revindicaban y manifestaban contra el orden mundial. Cuando Yves Saint Laurent lanzó en el año 1966 su primera colección Prêt-à-Porter “económica”, la denominó Rive Gauche.
Antiguamente, quien quisiera darse de creativo, progre y antisocial, sólo tenía que usar y “adornar” su identidad con las dos palabras mágicas. Así es la historia. Los antiguos rebeldes se han hecho mayores y ha visto llegar el inconformismo. Sólo queda el mito. Rive Gauche, es ahora el lugar de las viviendas más caras de la ciudad, donde hasta los camareros son snobs, los cafés son caros, las señoras más elegantes y bien-peinadas disfrutan de la legendaria Brasserie Lipp y los vecinos visten pajarita y americana de cachemir, exigiendo su derecho al silencio nocturno a partir de las 19.30 h.
Para mí, es el París de Catherine Deneuve; preciosamente embellecido, elegante y algo aburrido. Que bonito, cuando al fin volví a Rive Droite, cerca del canal Saint-Martin o Le Marais, donde, aunque sean las 22.00 h de la noche, aún se ve gente por las calles.