März 3

La casa encantada

Serge Gainsbourg falleció hace 33 años: ahora la antigua casa del icono es un lugar de peregrinación. Mademoiselle Lili ha esperado mucho tiempo para esta “visita domiciliaria”.


Hace mucho tiempo, pude vivir personalmente y de una manera muy especial el estatus que sigue teniendo el cantante de culto, provocador e inconformista en la sociedad francesa. La primera vez que viví en Francia era por un intercambio de estudios. Vivía en Poitiers, un barrio tranquilo, y quería celebrar la entrada de mi cumpleaños, el 3 de marzo, en un bar de conciertos. Sin embargo, acabé asistiendo a una misa fúnebre. En el pequeño escenario del bar había un ataúd negro con rosas blancas y se oía de fondo la música de Serge Gainsbourg y Jane Birkin "Je t'aime – moi non plus". El camarero me comentó, que desde su muerte el 2 de marzo de 1991, se celebra todos los años un acto conmemorativo a Serge.


La casa de la pareja, por aquel entonces vista como una relación escandalosa, en la Rue de Verneuil de París, que ahora luce una fachada llena de grafitis, cayó en un profundo sueño ese día. Su hija y actriz Charlotte Gainsbourg la vigiló con ojos de águila para asegurarse de que todo siguiera como lo había dejado su padre el día de su muerte: la caja de cigarrillos de la marca Gitanes todavía está al lado del piano, incluso las colillas en el cenicero siguen allí, casi se puede seguir oliendo al fumador empedernido Gainsbourg. Las latas de verduras siguen en la cocina, siempre y cuando no hayan reventado ya. Obras de arte curiosas, muebles, objetos de colección, discos de vinilo, partituras, … hasta donde alcanza la vista. Desnudos de su amante de corta duración Brigitte Bardot, con quien compró la casa en 1968 antes de que Jane se mudara allí. Un interior bohemio, sombrío y a la vez fantasioso e íntimo, en el que el “genius loci”, sí, el espíritu de toda una época, sigue vivo.


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Charlotte erigió un monumento a su madre Jane Birkin, fallecida el verano pasado, con el documental "Jane par Charlotte" poco antes de su muerte, y ahora a título póstumo a su padre con un museo y esta casa, el lugar de su infancia. Ahora, el refugio de 130 metros cuadrados es una de las casas embrujadas o encantadas más codiciadas de París. Las listas de espera: interminablemente largas y rápidamente llenas. Se dice que las primeras 15.000 entradas se agotaron en la venta online en tan sólo una hora. Sólo se permiten seis visitantes por recorrido; dos a la vez y cada diez minutos. Las fotos y los videos están estrictamente prohibidos para preservar la magia del lugar y crear y mantener la sensación de un encuentro íntimo.


A cada visitante se le entregan unos auriculares en el que Charlotte nos conduce a través de las habitaciones empapeladas de negro con su voz susurrante, en inglés y francés. "Siempre quise venir aquí en lugar de ir al cementerio", dice. "Cuando mi padre murió, tuve algo así como una negativa a llorar. Todo el mundo lo reclamaba como propio: aquí había una puerta que se podía cerrar, donde me podía refugiar y “reunir con él” y rápidamente pensé en convertirla en un museo".

Tardó más de 30 años en que su idea madurara. Tal vez es el tiempo que se necesitaba para hacer que el lugar fuera tan emocionante y conmovedor como lo es hoy.


www.maisongainsbourg.fr