SPEAKEASYS

La puerta trasera

Un código, una puerta roja diminuta, un pasadizo, una cámara frigorífica o una lavandería como entradas a bares o salones secretos, los llamados “Speakeasys”. En París, los lugares de actualidad.

¿Ha oído alguna vez algo de “Branlage à la mouche”? Yo tampoco. Se trata de un servicio erótico que se puso de moda en el año 1915 en París. Lo inventó una tal Mademoiselle Marcelle Lapompe. Hoy en día sería una práctica impensable sin que los defensores de los animales hicieran oír de ello. La explicación no es apta para menores, pero se lo contamos a groso modo: es la técnica sexual, en la que se le arrancan las alas a una mosca para estimular el miembro más preciado del cliente. Una visita en el oscuro bar “Blaine Bar” (65 rue Pierre Charron) puede ser esclarecedor ya que es ahí, donde está expuesto el documento de la época. Realmente, que París sea la ciudad del amor, poco tiene que ver con romanticismo, sino más bien con que durante la segunda Guerra Mundial fue el lugar, donde la prostitución era legal. Aquí les mostramos por escrito, como era la libertad sexual en París por aquella época.

“Blaine Bar” está en un callejón recóndito, cerca de Champs-Elysées”. Tiene un atractivo especial; juega con lo prohibido y lo misterioso. Ningún letrero ni ventana que indique su existencia. Es uno de los muchos “Speakeasys” de la ciudad. Estos establecimientos recuerdan a la época de los años 20, más conocida en América como la época de la Prohibición, donde se vendían de manera ilegal bebidas alcohólicas y donde, para no levantar sospechas, se debía hablar en voz baja; de ahí el nombre “Speakeasy” (habla bajo). Hoy en día, los propietarios del “Blaine Bar” solicitan un código para poder entrar en el local. Para obtener este código es necesario mandar un mensaje privado vía Facebook a los propietarios y ellos contestan personalmente proporcionando dicho código. Una curiosidad, éste código se actualiza semanalmente. Una vez dentro, hay que pasar por un patio interior y bajar al sótano para poder acceder al local. Y es ahí, cuando se adentra en un mundo secreto; donde los camareros vestidos de negro y con sombreros fedora preparan los cócteles más inesperados al son de música Jazz en directo.  


En el barrio de la Bastilla se ha asentado la “Moonshiner-Bar” (5 rue Sedaine). A primera vista parece una pizzería totalmente normal (pero muy buena, por cierto). Pero si se cruza la puerta plateada de la cámara frigorífica, sentirá como si hubiese hecho un viaje en el tiempo y ahora esté en los años 20. No sentirá el frío que ahora mismo se está imaginando. Notará un ambiente cálido con diseño Old Fashion, acompañado de música Swing y cócteles con niveles de alcohol a los años 20. Sentirá la necesidad de ver aparecer los personajes de la época: italianos tatuados y con aspecto peligroso y mafioso.

Y el tercer local es el prestigioso “Little Red Door-Bar” (60 rue Charlot), que como el nombre bien dice, tiene una puerta muy pequeña por donde para acceder al local, casi es necesario ir agachado. Pero una vez dentro, transmite un ambiente muy agradable, con sofás de terciopelo en tonos azules. Allí se puede degustar una gran variedad de Tapas y licores de la cosecha de las pequeñas destilerías francesas. Además, ofrecen cócteles sofisticados con remolacha, zanahoria o sésamo. ¿Lo que tienen todos estos locales en común? Las parejas. O aquellas, que quieran serlo o incluso, parejas que no puedan ser vistas en público. Algo se ha preservado hasta el día de hoy en París: sigue siendo la capital de la infidelidad y de los affaires… Pero sobre esto, escribiré otro día.

Fotos © Mohé